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Tiempo extra

Luis Rubio

Pudo haber quedado satisfecho con los tiempos extra, pero decidi贸 irse directo a los penales. El problema con ese modo de proceder es que el camino al infierno est谩 pavimentado de buenas intenciones. Imposible pronosticar c贸mo actuar谩 el Tribunal Electoral, mas es claro que tomar谩 una decisi贸n en un entorno extremadamente politizado y bajo la enorme presi贸n del candidato que est谩 impugnando la elecci贸n, pero no s贸lo de 茅l, tambi茅n de los m谩s de 40 millones de votantes que participaron en la elecci贸n, 65% de los cuales optaron por un candidato distinto. Por ello, al margen de las intenciones, la decisi贸n de L贸pez Obrador de disputar el resultado oficial de las elecciones del 2 de julio pasado lo pinta de cuerpo entero. Ser谩 la segunda ocasi贸n en que comete un error garrafal.

El sistema electoral que nos rige es de las pocas instituciones excepcionalmente bien estructuradas en el pa铆s. Las instituciones que lo integran cuentan con mecanismos de revisi贸n y supervisi贸n que garantizan la conducta profesional de sus integrantes y aseguran la equidad de cada elecci贸n. Como pudimos apreciar en las 煤ltimas semanas, el IFE s贸lo administra la elecci贸n y oficializa el resultado, pero es el Tribunal quien declara el ganador. Se trata de un mecanismo de pesos y contrapesos 煤nico en un entorno en el que las instituciones p煤blicas suelen contar con facultades excesivas, al extremo de la arbitrariedad. No es el caso del sistema electoral, en el que todo fue dise帽ado para compensar la extraordinaria desconfianza hist贸rica que lo origin贸.

El mecanismo electoral no s贸lo prev茅 las impugnaciones, sino que las convierte en un componente integral del proceso. Todo candidato, ganador o perdedor, tiene consagrado su derecho a impugnar el resultado y a recibir un trato justo por parte del Tribunal. Hasta ah铆, el candidato perdedor no s贸lo tiene derecho, sino la obligaci贸n con quienes votaron por 茅l de exigir garant铆as de que todos los votos cuenten y sean contados. Pero una vez rebasado ese umbral, se abandona el marco de lo institucional y se entra en el terreno de la pol铆tica. Es decir, se violenta el principio elemental de cualquier democracia en el que s贸lo los electores deciden, a trav茅s de su voto individual, qui茅n los gobernar谩. Se entra a la contienda bajo las reglas existentes y se participa de principio a fin bajo las mismas. Esto es un presupuesto b谩sico del juego democr谩tico.

AMLO ha decidido impugnar por el lado institucional, pero desafiar al mismo tiempo la legitimidad de las instituciones. Acompa帽a ese desaf铆o con la amenaza de violencia y la movilizaci贸n pol铆tica, el cierre de v铆as de comunicaci贸n y otros actos de intimidaci贸n. Esta manera de actuar implica adentrarse en el plano de la lucha pol铆tica no institucional. Ese paso tiene consecuencias y, desde mi perspectiva, constituye un grave error porque revive la asociaci贸n entre la izquierda y la violencia y su rechazo a las instituciones. De esta manera, posterga, una vez m谩s, su posibilidad de acceder al poder por la v铆a electoral. Las consecuencias de romper con la institucionalidad son inconmensurables.

No es la primera vez que AMLO comete un error de trascendencia. De hecho, no tengo la menor duda que ten铆a todo para ganar y que en d茅cadas no hab铆amos tenido un candidato con su capacidad de cautivar al electorado. A lo largo de sus a帽os al frente del gobierno del DF, AMLO construy贸 su candidatura con diligencia, habilidad y determinaci贸n. Su presencia, la forma deliberada de comunicarse y la visibilidad de sus proyectos de infraestructura proyectaron la imagen del hombre fuerte del mito hist贸rico, el que asociaba a Ju谩rez con la identidad nacional. Atrajo a millones de mexicanos que a帽oran soluciones y se sienten desamparados ante un gobierno ineficaz, incapacitado para actuar. Promet铆a soluciones que eran f谩ciles de entender y con las cu谩les era f谩cil sentirse identificado. No cabe la menor duda que toc贸 un nervio profundo y no s贸lo de quienes votaron por 茅l. De haber tenido una buena oferta econ贸mica habr铆a arrasado.

Y ese es el punto nodal, su primer y catastr贸fico error. AMLO entendi贸 que la poblaci贸n vive momentos dif铆ciles e inciertos. La econom铆a del pa铆s no es mala, pero tampoco resuelve los problemas del mexicano de a pie, como se le ha llamado. La globalizaci贸n econ贸mica es un hecho ineludible, pero no hemos sido particularmente diestros para aprovecharla o, al menos, para atajar sus peores manifestaciones. El mexicano promedio experimenta temores respecto a su futuro y el de sus hijos, a la vez que observa los excesos verbales y de comportamiento de quienes s铆 se han beneficiado. En su reclamo por la injusticia y desigualdad que vive el mexicano protot铆pico, AMLO no s贸lo sum贸 a los pobres y, sobre todo, a las clases medias urbanas, sino incluso a muchos de los mexicanos m谩s prominentes que tambi茅n comparten temores similares. AMLO ten铆a todo para ganar, excepto una buena propuesta econ贸mica.

AMLO se derrot贸 a s铆 mismo al no contar con una respuesta factible y razonable frente a las dificultades que sufre el pa铆s. Su diagn贸stico era impecable y formidable su capacidad para construir una base pol铆tica, pero su propuesta de soluci贸n no era m谩s que un retorno a lo que ya hab铆amos vivido d茅cadas atr谩s: meter la cabeza en la arena y pretender que podemos abstraernos del mundo. AMLO no cont贸 con dos factores clave de la realidad nacional: uno, que la poblaci贸n s铆 recuerda las crisis econ贸micas y los tiempos inflacionarios y no quiere m谩s de eso. Aunque en el discurso sonara atractivo, suponer que un conjunto de programas de gasto y subsidios, aunados a una ret贸rica de confrontaci贸n social, iban a resolver los problemas del pa铆s, llev贸 a que muchos de sus potenciales votantes concluyeran: esta pel铆cula ya la viv铆. Los electores resultaron ser m谩s cautos de lo que AMLO especul贸.

El otro factor que derrot贸 a AMLO fue la informaci贸n con que cuenta la poblaci贸n y le dec铆a algo muy distinto a lo que estaba escuchando de la boca del candidato. Los millones de mexicanos residentes en el extranjero no s贸lo mandan remesas, sino ideas y lecturas de la realidad. La globalizaci贸n es un hecho y M茅xico tiene que prepararse para ser un pa铆s ganador en esas ligas. Lo que derrot贸 a AMLO no fue su diagn贸stico, sino su visi贸n de M茅xico como una naci贸n tan excepcional que puede ignorar al resto del mundo.

Si la izquierda quiere triunfar, tendr谩 que jugar dentro de las reglas y desarrollar una propuesta id贸nea, compatible con el mundo que vivimos, as铆 como ofrecer algo m谩s que una visi贸n ideol贸gica pri铆sta y trasnochada.